jueves, 22 de febrero de 2018

El oso en el arte y el hombre prehistórico

Quizá la primera y más popular pintura sobre la temática prehistórica realizada por Emmanuel Benner 
(1836-1896). Una familia se apresta a defenderse de un oso que surge desde un bosque.



El hombre como especie se ha enfrentado a lo largo de su existencia con diferentes fieras que le han
 disputado  los espacios territoriales, su hábitat y las fuentes de alimentos. A los felinos y caninos tuvo que
 agregar al oso: gigante, feroz, gruñón y peligroso. 
El arte ha interpretado esta relación de diferentes maneras, como diferente ha sido la relación que el 
hombre
 ha tenido con esta bestia: contradictoria.




La historia de los seres humanos y los osos, sin duda, no siempre ha sido amistosa. Si bien existen algunos tipos 
muy tímidos de osos, algunas especies son muy agresivas. Esos son los que, a menudo, están involucrados en los 
ataques a humanos. A muchas personas en la sociedad no les agradan los osos, pues tienen esta imagen de ellos, 
como animales malignos a los que debemos temer.
Entre los tipos más agresivos de osos están los osos polares, osos labiados, el oso pardo y el oso Negro. No se 
puede negar que los osos son animales fuertes y poderosos, son rápidos y tienen garras afiladas. Sin embargo,
 la mayoría de ellos sólo están haciendo lo que pueden para sobrevivir. Si son sorprendidos en la naturaleza o con
 sus cachorros, entonces serán más propensos a los ataques.




No hay absolutamente nada de cierto en los rumores de que los osos atacan a los humanos para alimentarse,
 los osos que se sabe que, en realidad consumen a los seres humanos que atacan, son los osos polares. Muchas
 personas logran sobrevivir a un ataque de otros osos, una vez que el oso siente que ya no está amenazado se irá.
Desde la Prehistoria, los seres humanos siguen invadiendo las tierras que fueron una vez de estos osos, el deseo de
 vivir cerca de la naturaleza debe significar que asumen los riesgos de toparse con estos animales.


El oso amenaza desde las sombras a esta mujer prehistórica que está dispuesta a luchas por sus hijos. 
Pintura de Leon Maxime Faivre, 1888.





La mayoría de los seres humanos prefieren ver a los osos destruidos, los ganaderos tienen y tuvieron una lucha constante 
con los osos pues las vacas y otros animales que crían pueden convertirse fácilmente en una comida de un oso. 
Cuando otras fuentes de alimentos son escasas esto agudizará aún más el problema.

Los orígenes de la humanidad - documental completo



"Los orígenes de la humanidad": un apasionante viaje 
por el surgimiento y evolución del ser humano.
La serie documental, participada por TVE y 
producida por France TV, nos descubre el 
origen de los primeros humanos y recreará 
la evolución de la especie en tres temporadas.
Es un vieje hasta los tiempos del Homo sapiens,
 pasando por los Australopithecus y el Homo Habilis.















Pinto, luego existo



Cuando el homínido comenzó a pintar sobre las paredes de las cuevas en las que habitaba, hace aproximadamente unos 30.000 años, era el momento en el que coexistían en el sur de Europa los Cromagnon con los Neandertal, dos diferentes especies de humanos que se mezclaron, antes de que una de ellas se extinguiera sin que aún sepamos las causas.

Texto de Juan Muro

La pintura esperó algo más que la escultura para hacer acto de presencia, puesto que requería una elaboración conceptual superior a la de la escultura: se trataba de recoger mentalmente la imagen de un objeto tridimensional para traducirlo a una representación bidimensional, en el caso de una imagen naturalista. En el caso de un símbolo, la elaboración alcanza complejos niveles de sofisticación, puesto que ha de concebirse como un elemento no existente en la naturaleza.
En esta época de la Prehistoria que llamamos el Paleolítico Superior, aparecen en muchas cuevas del sur de Europa, en especial en el sur de Francia y en España, pinturas de un arte que hemos llamado “parietal” (pintadas en paredes) y que como primer significado tiene el de decirnos, “Aquí hubo personas”.
El hombre comienza pintando símbolos: puntos en hileras, círculos concéntricos, ‘peines’, símbolos triangulares… y también estampando manos.


No conocemos sus significados, aunque existen varias teorías que intentan explicarlos, pero sí nos sirven para saber que fueron ‘hombres’ quienes los hicieron, por varias razones:
-La primera es que no sabemos de animales que se dediquen a pintar con la destreza y la constancia necesarias para dejarnos la herencia que hemos encontrado en los abrigos rupestres.
-La segunda es que muchas de las manos estampadas tienen amputados los dedos meñiques, un asunto ritual, sin duda, muy lejano a la capacidad que pudiéramos otorgar a un animal.
-Otra es que, aunque la técnica necesaria para hacer esos dibujos es extremadamente simple, es lo suficientemente compleja para que quede fuera del alcance de cualquier otro simio superior.
-Aún hay más, la disposición de las pinturas en los muros de las cuevas es aleatoria, se distribuyen sin una previa preparación por cualquier sitio, pero en muchas ocasiones encontramos gran cantidad de ellas acumuladas en oquedades, recodos y lugares de muy difícil acceso, fuera de los espacios de contemplación directa de la mayoría de habitantes y solo reservados a quienes conocían con precisión las cavernas, lo que solo podemos interpretar como indicio de cierta iniciación ritual o mágica.



En el mismo periodo de tiempo (muy extenso, eso sí, abarca desde el 30.000 hasta el 18.000 Antes de Cristo), aparecen contra todo pronóstico pinturas extremadamente naturalistas, basadas en una observación minuciosa de la naturaleza, que se visualiza mentalmente, se conceptualiza para representar lo que el ojo ve y no lo que la mente sabe que en realidad es el objeto, figuras de animales pintadas siempre de perfil, si son mamuts o caballos y de frente si son ciervos, con un gran dinamismo y sensación de movimiento.
Estas primeras pinturas no son más que grabados arañados en las paredes de cuevas del suroeste francés, entre el 25.000 y el 20.000 a.C. La aparición de pigmentos no se dio hasta el 18.000 a.C. La gama cromática es terrosa, con predominio de rojos, negros, amarillos y ocres, más algún tono violeta derivado del manganeso. Los colores provienen de minerales naturales que se molían hasta reducirlos a polvo, sin ningún aglutinante como el aceite, sino aplicados directamente sobre una superficie caliza húmeda. La forma de aplicarlos consiste en frotar los contornos con el dedo, con palitos masticados o con brochitas y esponjas de pluma, pelo o musgo. Es curioso observar que para el interior de la figura, el polvo del pigmento se introducía en huesos horadados, como tubos, para soplarlo sobre la superficie rocosa. Esta técnica es la que se usa para las imprimaciones de manos: el artista apoyaba su mano, generalmente la izquierda, sobre la pared, y soplaba encima el color; al retirar la mano quedaba el vaciado de la huella en la pared.


En resumen, hubo unos pintores en España y Francia, hace más de veinte mil años, que nos demostraron con su arte algo difícil de creer: que su nivel de inteligencia trascendía la mera habilidad manual del Homo Habilis, para situar a nuestra especie mucho más cerca del nivel intelectual del hombre actual que lo que ningún animal había alcanzado hasta la fecha.

El descubrimiento casual del Australopithecus afarensis
















Las huellas más antiguas que se conocen del primer
 antepasado del hombre, el 
australopithecus afarensis, fueron descubiertas en Laetoli, Tanzania, en 
el transcurso de un partido informal de fútbol (con una boñiga de vaca 
como pelota), con el que se divertían los miembros de una expedición científica. 

Uno de los antropólogos cayó rodando por un terraplén y, paradójicamente 
a cuatro patas, se topó literalmente de narices con la prueba de que hace 4
 millones de años el hombre andaba erguido.